Decía Ludwig Wittgenstein: "Los límites de mi lenguaje son los los límites de mi mundo". Como este filósofo austriaco, este blog literario y de actualidad trazará una ruta con noticias que vayamos encontrando a lo largo del globo e impresiones personales de un camino que tiene África como meta.
Retahílas literarias junto a un mapamundi periodístico, donde las palabras que más brillan son las que quieren guiar la luz del foco informativo al gran continente olvidado.
La música electrónica sale a flote en verano
más que nunca. Suena más en las radios musicales y es la reina de las pistas de
baile más veraniegas: los festivales. Un fenómeno que no pasa de largo ante los
países africanos. Allí se sumerge en tambores y cuerdas para crear su propio
sonido eléctrico. Es el caso del ‘Ancestral Soul’.
Les
presento a Boddhi Satva, el padre del ‘Ancestral soul’. Un nuevo estilo de
música electrónica que combina el soukouss congoleño con los ritmos
afrocubanos, el R&B y el hip hop. Como resultado se obtiene un sonido house
que ciertamente tiene alma ancestral, en tanto en cuanto tiene presente en su
creación la herencia musical africana. Una manera de entender la música acorde
a cómo se entiende la vida en las sociedades de este continente, donde el
pasado forma parte del día a día no como anclaje o retroceso sino como un modo
de avanzar que no olvida las experiencias que vivieron los que ya no están.
Ancestral Soul, primer disco de Boddhi Satva.-
Una
filosofía que en las llamadas ‘sociedades modernas’ puede chirriar pero que
trasladado a la música muestra que el género electrónico y el africano no son
antagónicos en absoluto. Tanto es así que el primer disco de Boddhi Satva, que lleva
por nombre precisamente Ancestral Soul,
le convirtió en el protegido del veterano DJ estadounidense Louie Vega y le
abrió las puertas de la casa discográfica Yellow, del reconocidísimo DJ francés
Bob Sinclar, tal y como cuentan en una recomendadísima entrevista que Gemma Solés i Coll le hizo a Satva para Wiriko.
Transition, último disco de Boddhi Satva.-
Ya con sello propio, Offering Recordings, este DJ y productor centroafricano ha publicado estaño su segundo álbum, Transition. Un nuevo trabajo al que no sólo ponen voz identidades musicales de países africanos sino también
británicas o norteamericanas, como los raperos estadounidenses Georgia Anne Muldrow y Dudley Perkins; el británico Omar Lye Fook (cuya colaboración con Satva aparece al final de este artículo en forma de vídeo); o del lado africano, el congoleño Kaysha; la keniana Karun; el cantante con raíces caboverdianas Nelson Freitas; o el grupo germano-chadiense Les Nubians, que a mí particularmente me encantan y en los que la rutha ya se detuvo en una entrada anterior. En cualquier caso, tanto con el ritmo como con la voz, Boddhi Satva
está de acuerdo con eso de que en la variedad está el gusto. Una opinión que en
el continente no es nueva en la medida en que otros estilos de música
electrónica como el ‘Azonto’, de Ghana; el ‘Congotronics’, de la República
Democrática del Congo; o el ‘Kwaito’ y el ‘Shangaan electro’ de Sudáfrica ya no
son ninguna novedad (el ‘Kwaito’, por ejemplo, se remonta a la década de los noventa).
Y en realidad no debería extrañarnos que los rudimentales ritmos tradicionales
africanos se entendieran tan bien con la moderna electrónica. Al fin y al cabo,
no hay lenguaje más universal que la música.
Vídeo oficial de 'Benefit', canción incluida en Transition.
La arena
es finita, y no sólo en forma. Este material procedente de la degradación de
las rocas es también un recurso agotable. Es algo que no se tiende a pensar
cuando uno está tumbado en la playa, pero lo cierto es que cada vez será más
probable que la arena que vemos en las costas provenga de un lugar que no es el
que se tiene delante. Ocurre por ejemplo en la playa de las Teresitas, donde
cientos de bañistas que se tuestan bajo el sol de Tenerife en realidad están
pisando el desierto del Sahara.
La
arena de las costas de Tenerife es, en la mayoría de los casos, de color negro.
Hasta mediados del siglo pasado la playa de Las Teresitas también tenía este
tono; pero sobre todo tenía callaos. No era la zona bañista amplia y concurrida
que es hoy; entonces apenas tenía arena y su cantidad iba disminuyendo cada vez
más como consecuencia del abastecimiento que de ésta hacían las empresas de
construcción. Sin embargo, era el pedazo de costa que quedaba de una ciudad que
le había ganado espacio al mar con la creación del puerto marítimo. De ahí que
el Ayuntamiento decidiera ir a buscar la arena a El Aaiún, en ese momento
colonia española del norte de África. Desde allí se trasladaron 270.000 toneladas de este material que terminaron de sustituir, ya en 1973, el origen
volcánico de esta costa por arena del desierto. Una obra faraónica que no tardó
mucho en volver a reiniciarse, pero en esa ocasión en el año 1998, cuando el Sahara
ya no era español, sino estaba ocupado militarmente por Marruecos, por lo que
el pago fue a parar a las arcas del Reino Alauita.
Un carguero con arena procedente de El Aaiún en el puerto de Santa Cruz de Tenerife (2011) / Foto: Puente Humano.-
En el caso de Canarias, en el que la costa es
pilar de la economía, esto no tendría por qué plantearse como una balanza en la
que en un lado están los intereses de los canarios y, en el otro, el compromiso
internacional o el valor solidario. Sólo hay que mirar lo que funciona en otras
partes del mundo, al fin y al cabo, la desaparición de arena es un fenómeno
global principalmente porque se requiere de este material para hacer hormigón,
que se usa en la construcción de autopistas o edificios; pero también porque
contiene silicio, un componente con el que se fabrican móviles y ordenadores.
Tanta arena se consume que incluso supera al petróleo.
denuncia la sobreexplotación de arena a lo largo del mundo.-
De ahí que en Florida pasara exactamente lo mismo que en Tenerife, pero allí encontraron otra solución: regenerar las playas con vidrio reciclado que, al pulverizarse, actúa exactamente igual que la arena. Y funciona, tanto es así que incluso las
tortugas están volviendo a las orillas a poner sus huevos, por lo que no son
castillos en el aire. Precisamente se trata de que sigan siendo castillos de
arena.
Primero
fueron esclavos, luego su opresión recibió la etiqueta de colonizados, ahora
son caboverdianos y este domingo celebran cuarenta años de soberanía. El
archipiélago volcánico de Cabo Verde está marcado a fuego por la lírica, en sus
orígenes de leyenda y en su independencia, que mucho antes que política fue
cultural y vino de la mano de una revista.
La
leyenda cuenta que cuando se creó el mundo fueron arrojados diez granos de
tierra que el viento se encargó de desperdigar a barlovento y sotavento. Así se
dividen las diez islas que forman Cabo Verde, esos deus grazinhos de terra que narra la tradición oral que fueron a
caer en el Atlántico, muy cerca del extremo más occidental de África, la
península de Cabo Verde, que da nombre a este Archipiélago convertido en país
desde el cinco de julio de 1975, cuando dejó de ser oficialmente colonia de
Portugal. Sin embargo, cuatro décadas antes de que esto ocurriera la identidad
reprimida de los caboverdianos ya había salido a la luz a través de la revista Claridade. Y lo hizo precisamente a raíz
de los medios que había puesto Portugal para justificar la necesidad de
establecerse en el Archipiélago.
Imagen sobre la esclavitud tomada de profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com.es.-
Cuando
en el siglo XV los portugueses desembarcaron en la isla de Santiago lo hicieron
para quedarse. Allí constituyeron la que llegó a ser la ciudad europea más
longeva del Trópico, Cidade Velha. Normal, era un chollo, en las islas no había
un alma y África estaba al lado repletita de esclavos que transportar hacia
América. Así, el Archipiélago macaronésico se convirtió de la mano de Portugal
en el lugar ideal para albergar a los esclavos africanos hasta que les llegara
el turno de ser vendidos al Nuevo Mundo.
Con
el paso del tiempo, el motivo de que Cabo Verde se convirtiera en una tierra
desde la que partir ya no era la esclavitud. Desde que fue abolida en el siglo
XIX, las generaciones nacidas de colonos y esclavos que ya en ese momento
habitaban las Islas, empezó a emigrar en masa hacia América y África. Una
emigración que no cesó en tanto en cuanto la sequía y la pobreza no dejaron de
asolar a los caboverdianos.
Mientras
tanto, la Metrópolis tenía que justificar de cara al sistema internacional la
propiedad de unas tierras que estaban a miles de kilómetros de su nación. Por
ello hizo de Cabo Verde baluarte de la necesidad civilizadora de los
territorios colonizados bajo su bandera. Por ello, ya en 1842 instalaron la
primera imprenta en este territorio, para la edición del Boletín Oficial, eso
sí, pero que trajo consigo una creciente incitación a la lectura. Además
crearon un centro de enseñanza, el Seminario-Liceo de San Nicolau, y hasta una
biblioteca en Praia, que hasta bien avanzado el siglo XIX sería la única de
toda el África portuguesa. Todo ello fue el caldo de cultivo de los impulsores
de la cultura caboverdiana, una rica fuente de creación como vía de escape que,
si bien tiene en la música su arrorró, es en la literatura donde reside su
despertar.
Baltazar Lopes, en el extremo de la derecha, y Jorge Barbosa, sentado al medio / Foto tomada de http://amnhoroque.blogspot.com.es/
Obra del pintor caboverdiano Kiki Lima.-
Como
si fueran luciérnagas en la oscuridad, Jorge Barbosa y Baltazar Lopes se
pusieron al frente de Claridade.
Junto a otros muchos escritores, este proyecto literario que publicaba
periódicamente prosa de ficción, sacó a la luz una realidad en la que se
reconoció todo caboverdiano, marcada por tres ejes que son un todo: mestizaje,
el contraste y la añoranza. Una mezcla
presente de raíz, por sus orígenes fruto de oprimidos y opresores, por las
fuentes culturales europeas, africanas y americanas de las que a lo largo de su
historia han bebido; y sobre todo por el sentimiento de sodade, esa suspiro que surge tanto al marchar de la tierra natal
como al quedarse y soñar con progresar. Por eso, Cabo Verde son islas útero,
porque su seña de identidad es el sentir que no hay nada como el calor del
hogar y al mismo tiempo desear salir a lo que debería ser la vida. Una
mescolanza de contrastes que en el caboverdiano cobra su propia armonía.
La caboverdiana Cesária Évora, madre de la Morna,
canta a la 'Sodade' en su álbum Miss Perfumade (1992).-
Se
acerca la noche de San Juan, una festividad que recibe el nombre de un santo
cristiano pero que también es motivo de celebración en países tan islámicos
como Marruecos y Argelia. Allí las hogueras también actúan como protagonistas de
esta cita anual que, en realidad, esconde a la verdadera estrella de la fiesta:
el solsticio de verano. Hoy nos vamos con los bereberes a celebrar el Ansara.
Imlil, pueblo bereber de Marruecos situado en el Atlas.
Mucho
antes de que el norte de África se convirtiera a la religión musulmana, los
bereberes se preparaban para celebrar que los días eran más largos. Una fiesta
llamada Ansara que es un rito preislámico en tanto en cuanto no atiende al
calendario musulmán, en el que el tiempo lo marca la luna, sino que baila al
ritmo del sol. Y es que la festividad del Ansara no responde a ninguna cuestión
religiosa, sino que es una celebración que tiene por motivo la llegada del
verano. Ya la hacían los celtas, los griegos, los romanos, los aztecas o los
incas, y hoy en día sigue presente en los bereberes de Argelia y el norte de
Marruecos.
Ahora
son en su mayoría musulmanes, pero aún así conservan intactas sus raíces
culturales y cuando llega el 24 de junio, se reúnen en las plazas para preparar unas hogueras en las que lo importante no es
el fuego, si no el humo. En Ansara, todo tiene que quedar bien ahumado para quedar
protegido: cosechas, casas, objetos de valor, herramientas de trabajo y hasta
enfermos. El pueblo entero es recorrido por sus habitantes con ramas encendidas
que van impregnando todo en humo, y esto tras haber saltado siete veces las
llamas.
No todos saben que es lo mismo que cuenta la Biblia que hizo Zacarías
el día que nació su hijo y recuperó el habla, después de haber sido castigado
por incrédulo al no creer al Arcángel Gabriel cuando le anunció que tendría un
hijo con su mujer estéril. Esto ocurría el 24 de junio del año V a.C. y el
recién nacido se llamó Juan, de ahí el apelativo que recibe la noche de las
hogueras.
Sin
embargo, hay documentos que datan de mucho antes, concretamente del año 5.000
a.C. y relatan que ya entonces, y en las mismas fechas, se recurría a las
llamas con motivo de devoción no al Dios cristiano sino al astro rey. La gente
observaba que todos los años (en lo que ahora sabemos que es el invierno) llegaba
un momento en que el sol perdía su fuerza, se quedaba más tiempo en el
horizonte, como si estuviera dubitativo y al final se marchaba antes, haciendo
los días más cortos. Temerosos de que llegara un momento en el que dejara de
dudar y decidiera desaparecer dejando en penumbra a los pueblos y sus cultivos,
decidieron que cuando el sol estuviera más presente le ofrecerían su propia
luz, la del fuego, para que se sintiera adorado y así no dejara de alumbrarles.
Un ritual de protección que, a través del humo, mantienen intacto los bereberes
de Argelia y el norte de Marruecos; y que en cierto modo sí los ha inmunizado
porque ellos todavía mantienen en la conciencia de dónde vienen y por qué hacen
lo que hacen.
Mucho antes de que existieran las fronteras, durante cientos y
cientos de años la expansión bantú fue diseminando la semilla africana
continente hacia abajo. Las sociedades que se fueron creando eran todas
distintas: su propia lengua, sus propias reglas, hasta sus propios rasgos
físicos. Pero en todas ellas había algo de Ubuntu, una manera de entender la
vida muy ‘made in Africa’ que todavía hoy sobrevive a los países creados y a
las nuevas costumbres. En una tierra extensa y múltiple en contrastes Ubuntu es
denominador común, es la esencia africana.
El premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu
fue el presidente de la Comisión Verdad
y Reconciliación, creada en Sudáfrica en 1995.
En 2012 publicó 'Sin perdón no hay futuro',
en referencia a esta concepción de la
reconciliación como motor de convivencia.
Cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente
elegido democráticamente en Sudáfrica, su país estaba aún diezmado por los
efectos del Apartheid. Era necesario solucionar la hostilidad que todavía
reinaba en el ambiente y para ello se creó la Comisión Verdad y Reconciliación.
En ella víctimas y verdugos se ponían frente a frente; los primeros para ser
escuchados, los segundos para enfrentarse a la verdad, confesar sus acciones y
pedir perdón. De este modo, quienes perpetraron unas injusticias tan brutales
que llegaron a ser declaradas crímenes contra la humanidad, quedaron impunes
acogiéndose a la Ley de Promoción de Unidad Nacional y Reconciliación del nuevo
Gobierno sudafricano. No hubo juicios, sólo sinceridad, arrepentimiento y
perdón. Así fue como Sudáfrica siguió adelante.
La prioridad no era implantar el castigo, sino recuperar la
unidad. Para ello se recurrió al pensamiento Ubuntu, una palabra de la lengua
xhosa y zulú que procede de un dicho popular que dice “una persona es una
persona a causa de los demás”. Es la esencia de África, que no entiende la vida
si no es colectivamente, de tal modo que las partes hacen el todo; las
habilidades individuales benefician al conjunto de forma que los miembros del
grupo a su vez resultan beneficiados. Ubuntu es lo contrario al individualismo
y ante las hostilidades de la vida, tan presentes en el continente olvidado, es
también supervivencia.
Nelson Mandela explica lo que significa el pensamiento Ubuntu en una entrevista realizada por Tim Modise.-
En Sudáfrica este pensamiento pasó de la palabra a la acción,
ante el esfuerzo que cada individuo hizo para poder reconciliarse con la
violencia en aras de que todos pudieran vivir en paz. Pero lo cierto es que el
Ubuntu no es exclusivamente sudafricano. En Zimbabwe recibe el nombre de Unhu, en Tanzania se le llama Ujamaa, y Obuntu es como se refieren a él en Uganda. Distintas palabras para
un mismo modo de entender el mundo que ha sobrevivido a las fronteras
impuestas, manteniendo un denominador común africano pese a las
particularidades regionales. Así, las diferentes sociedades africanas beben del
Ubuntu como si fueran ríos que van a dar al mar.
Ha
llegado el calor. Aprieta fuerte, como si quisiera gritar a los cuatro vientos
que el verano está a la vuelta de la esquina. Y mientras medio mundo se
obsesiona con poder lucir un vientre plano para entonces, en Etiopía un grupo
de hombres se prepara para competir por ver quién tiene la barriga más grande.
Son los Bodi y ahora mismo se están poniendo gordos pero
lo cierto es que corren el riesgo de acabar muriendo de hambre.
Hombres de la etnia Bodi durante la ceremonia Kel / Foto tomada de http://piensoluegobloggeo1b.blogspot.com.es/
Comienza la cuenta atrás para los jóvenes Bodi. En unas semanas celebran el Kel, la fiesta para la que llevan preparándose meses a base de seguir una estricta dieta compuesta de sangre de res, leche y miel, a la que ellos llaman guzzling. Con este alimento consiguen duplicar, incluso triplicar, su peso en como mucho medio año. Los kilos ganados se ponen a prueba durante el mes de junio, cuando se celebra la ceremonia Kel, que da la bienvenida al año nuevo Bodi. Como en cualquier fiesta, todos bailan, comen y toman una bebida alcohólica llamada sholu. A la celebración también acude el chamán, la autoridad encargada de determinar quién es el más gordo del pueblo. El ganador podrá elegir a la que será su mujer y ostentará durante un año (hasta que vuelva a celebrarse lel festejo) el reconocimiento de todos, convirtiéndose en el miembro más destacado de los Bodi.
Para la ceremonia, los aspirantes cubren su cuerpo de arcilla blanca y cenizas, se colocan un tocado en la cabeza y se dirigen caminando hacia el árbol sagrado de su comunidad, lo que supone un gran reto para ellos, dado su peso. Tras el baile de presentación, han de matar a una de sus vacas. Los ancianos del pueblo inspeccionan la sangre y las entrañas del animal para interpretar el futuro que le depara al dueño. / Foto: E.Lafforgue.-
Para
ellos, la barriga es un símbolo de estatus social. Cuanto más grande sea el
vientre del hombre más posibilidad tiene éste de hacer felices a los suyos. Sin
embargo, todo apunta a que estos gordos pronto estarán desamparados. Aunque son
un pueblo seminómada, llevan siglos viviendo en el sur de Etiopía.
Concretamente en el valle del río Omo, que marca el ritmo de sus
desplazamientos. En una región con un clima tan tórrido, su alimentación
depende de la crecida del río: Sólo cuando la inundación se retira pueden
sembrar los cultivos y poner a pastar el ganado. Esto ha sido así desde siempre, hasta ahora.
Presa Gibe III / Fotografía tomada de Wikipedia.-
El Gobierno etíope ya está empezando a llenar la gigantesca presa hidroeléctrica Gibe III, construida por la empresa italiana Salini
Construttori, al tiempo que han arrendado miles de hectáreas alrededor de la
misma a empresas extranjeras de plantaciones, que se beneficiarán del riego que
aporte el agua recaudada. En uno de los espacios geográficos con más etnias de
África, esto supone reagrupar a unos pueblos con otros; lo que significará más bocas que alimentar y menos alimentos que repartir debido al cambio de régimen fluvial que trae consigo la presa, al poner fin a la crecida anual del río.
Infografía de la ubicación de la presa Gibe III / BBC News.-
Todo tiene su lado bueno y su lado malo, el mediterráneo también. La cruda realidad que atraviesa este mar ha
salido a flote con la mínima consideración que merecen, no sólo las 800 vidas
que hace unos días salpicaron desde las costas de Libia la prensa internacional, sino las miles de
personas que desde hace varios años se ha tragado el olvido. Todos ellos son
hijos de Mami Wata.
Pintura de Abdal
(República Democrática del Congo, 1989).
Desde Senegal hasta Angola, incluso llegando costa abajo un
poquito más al sur; también en el interior, en los países que rodean la cuenca
del Níger; en los lagos y ríos de Zambia, Mozambique o en la República
Democrática del Congo. Prácticamente allí donde haya agua estará Mami Wata.
Invocada por los pescadores y los inmigrantes, se dice de ella
que es mitad mujer, mitad pez. Se representa con forma de sirena, su piel es
clara y su pelo liso. A menudo aparece rodeada por una serpiente, siempre se
muestra ataviada con objetos de valor: joyas, un espejo, un reloj, hasta una Coca-Cola. Todos ellos objetos que se
relacionan con Occidente, son las riquezas que trae de Europa. Aunque no es lo
único que Mami Wata importa de la cultura occidental. A ella también se asocia
la esterilidad y a ella acuden las mujeres que quieren curarse de este mal que
rompe con el carácter familiar de la tradición africana para contagiarse del
individualismo del Norte.
Representación de Mami Wata en Haití, donde se le denomina
'la Sirène' o 'la Baleine', la sirena o la ballena en español.
Mamisiis / Fotografía tomada de kanasuka.canalblog.com/
Templo Mamaissii-Hounons, que significa
'madre de la sabiduría'. Togo / Fotografía tomada de
kwekudee-tripdownmemorylane.blogspot.com.es/
Yemanya, en Brasil o Cuba; Lamante, en Martinica; Río Mama en
Jaimaca; Mamba Muntu en la República Democrática del Congo o Maman de l’Eau en
Dominica, Guadalupe o Trinidad y Tobago. Estos son algunos de los apelativos
que recibe la diosa marina tanto a lo largo del continente como en la orilla
latinoamericana, a la que llegó con la diáspora. Allá donde reciba un nombre tiene representantes, como en todas las religiones. Son las 'mamisii', las sacerdotisas de Mami Wata. Un título heredado por línea materna y que se ostenta en la 'Mamaissii-Hounons', el lugar de encuentro de sus devotos, quienes visten de rojo y blanco para representar la dualidad que muestra esta diosa.
Como el mar mediterráneo, que puede
ser hermoso y cruel, Mami Wata tiene dos caras. Es la dualidad divina presente
en la religiones tradicionales africanas y que en esta mujer-pez se manifiesta
en que todo lo bueno que puede ofrecer también lo puede quitar, convirtiendo la
gracia en desgracia, el sueño en pesadilla. Mami Wata es también las dos caras que
tiene Europa. El lado de la abundancia, de la comodidad, donde se acumulan las
riquezas; y el lado individualista, carente de sentimiento de comunidad.
Los emigrantes africanos se suben a los cayucos llevando en el
bolsillo granos de arroz, de cuscús o caramelos, cualquier cosa que sirva de
ofrenda a Mami Wata. Esperan encontrarse el mar en calma y la tierra por la
diosa prometida.
Canción dedicada a Mami Wata por el trompetista y cantante sudafricano Hugh Masekela.
Desconozco
si Eduardo Galeano pisó algún país africano. Aun cuando no fuera el caso, no le
hizo falta. Él destripaba la realidad. Hacía de la lengua bisturí, lúcido y
afilado, para sacarle las entrañas a lo que acontecía y mostrar que no hace
falta vivir una situación en carne propia para conectar con lo que todos
llevamos dentro, para conectar con el lado humano. Su empeño
por reanimar la humanidad pasó también por hablar de las realidades africanas.
Normal, para Galeano “en África empezó el viaje humano en el mundo”.
Eduardo Galeano / Fotografía de Santiago Mazzarovich.-
Como
si con las palabras abriera en canal la actualidad, Eduardo Galeano profundizaba
en la historia hasta dar con el órgano a diseccionar, desechando el pensamiento
tóxico y rescatando las contra-historias para tocarnos la fibra. Así, nos
ofrecía ‘Puntos de vista’:
Desde el punto de
vista del Oriente del mundo, el día del Occidente es noche. En la India,
quienes llevan luto visten de blanco. En la Europa antigua, el negro, color de
la tierra fecunda, era el color de la vida; y el blanco, color de los huesos,
era el color de la muerte.
Según los viejos
sabios de la región colombiana del Choco, Adán y Eva eran negros y negros eran
sus hijos Caín y Abel. Cuando Caín mató a su hermano de un garrotazo, tronaron
las iras de Dios. Ante las furias del señor, el asesino palideció de culpa y
miedo, y tanto palideció que blanco quedó hasta el fin de sus días. Los blancos
somos, todos, hijos de Caín.
El
uruguayo se lee como se oye, pausadamente, catando las palabras. Su pluma y su
voz son serenas, como si masticara la palabra para digerir una reflexión que
plasma contundente. A menudo decía que somos arcoíris terrenal porque
la humanidad tiene “más colores que el arcoíris del cielo”. Una paleta que Galeano
sitúa en el continente africano: Desde
allí emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos
caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto de
colores. Por eso, explica, “somos todos africanos emigrados”.
Partiendo
de este origen de la humanidad, muchas de sus letras evocan a África para
rescatar una identidad diezmada en su propia tierra de origen, América del Sur,
la niña de sus ojos; a la que mira de frente para invocar justicia social e
igualdad de oportunidades sirviéndose, a su vez, del continente olvidado:
Los esclavos
negros trajeron a América sus dioses alegres, peleones; y su certeza de que
cada persona tiene dos cabezas y dos memorias. Una cabeza de barro, que será
polvo; y otra cabeza por siempre invulnerable a los mordiscos del tiempo y de
la pasión, que es la cabeza que te espera en el espacio sagrado, más allá de la
muerte. Y también dos memorias: Una memoria que la muerte mata, brújula que
acaba con el viaje; y otra memoria, la memoria colectiva que vivirá mientras
viva la aventura humana en el mundo.
E.Galeano / Fotografía de Lopezezequiel tomada de ojodigital.com
Eduardo
Galeano ha muerto, pero sólo en parte. Quedan sus escritos y queda su voz, que es
su otra cabeza y su otra memoria, la que no acaba con el viaje.
Puedes disfrutar de muchos otros textos de Eduardo Galeano relacionados con África pinchando en el siguiente vídeo, perteneciente a Canal Encuentro Argentina:
Vamos
a vivir un sueño. En cualquier momento podemos despertar, así que vamos a
aprovecharlo, vamos a vivirlo intensamente, muy intensamente, para que cuando
acabe y nuestros ojos se abran a otra realidad, no añoremos lo que hemos
perdido sino conservemos lo que hemos ganado. Así sueñan los niños de la Casa
de Acogida de Anidan en la isla keniana de Lamu, una manera de entender la vida
que resuena en ellos como un mantra o, mejor dicho, como el repicar de un
tambor. Es el ritmo que han aprendido con el proyecto ‘Tambores para la convivencia’.
Anidan-Bloko del Valle Juniors Band en Lamu.
“Lo
que hicieron esos pibes en una tarde cuesta cuatro meses conseguirlo con la
gente de aquí”, asegura Unai Cañada, director de Bloko del Valle, una
Asociación Músico y Sociocultural sin ánimo de lucro con sedes en Tenerife y Bilbao. En 2010 llegaron a Lamu, en Kenia, para colaborar con la
Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) Anidan que ayuda a
niños huérfanos y abandonados. En un inicio, el plan era ir para poner
en marcha la iniciativa ‘Dona tu tambor’, que consistía exclusivamente en
llevar estos instrumentos a este centro y crear una escuela de percusión;
pero rápidamente esta idea tornó en el proyecto ‘Tambores para la convivencia’,
que pone en práctica un concepto de la solidaridad mucho más amplio.
A
la entrega de tambores en la Casa de acogida y las clases de percusión con
medio centenar de niños, se une un intercambio cultural que traspasa las
fronteras del país africano y que ya ha llevado a once jóvenes de Lamu a hacer
una gira por Italia y España con jóvenes músicos de estos países. Un
intercambio cultural que Bloko del Valle entiende como “hermanamiento”, que
concibe la solidaridad como el acto de dar y recibir porque lo cierto es que el
entorno europeo puede aportar mucho a nivel material, pero quien haya visitado
realidades como las de este rincón de Kenia sabe que ellos pueden proporcionar
una riqueza emocional que pone al descubierto las carencias de la cultura
occidental. De este modo, como dice Unai Cañada, “nosotros le podemos
proporcionar herramientas para darles un futuro”: la enseñanza musical, conocer
otros lugares,... Pero ellos “nos enseñan una visión más humana del mundo”.
Primer concierto de la Gira Tambores para la convivencia
con ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Band y la Joven Orquesta
y coros de la Accademia di Santa Cecilia de Roma. / Fotografías
tomadas de blokodelvalle.com
Concierto de despedida de de la Gira Tambores para la convivencia ,
en Zaragoza, con ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Bandy los
jóvenes del Orfeón Donostiarra, la Orquesta Sinfónica de Euskadi. /
Fotografías tomadas de blokodelvalle.com
Cuando
te quedas dormido desconectas de la realidad que te rodea, a veces para bien y
a veces para mal, por eso también existen las pesadillas. En los sueños, como
en la vida, todo tiene un comienzo y un final, como viene se va. Te despiertas
y vuelves a tu realidad. Los jóvenes de Lamu ya han regresado de su gira
europea y ahora se despiertan cada mañana en su centro de acogida. Antes de
compartir la experiencia con Bloko del Valle, vivían una realidad en la que los
otros niños se metían con ellos, eran los abandonados, ya sabemos lo crueles
que pueden ser los críos... Ahora les piden autógrafos por las calles. Cuando
estaban de gira sentían vergüenza de no saber usar el
cuchillo y el tenedor, su costumbre es comer con las manos, hasta que les
enseñaron a sus compañeros europeos a disfrutar chupándose los dedos. El sueño ha terminado, pero la autoestima
de estos niños kenianos no ha hecho más que crecer.
La
Asociación Bloko del Valle volverá a Lamu este año. Primero en agosto y luego
en noviembre. El verano es para disfrutar, por eso su plan es ir a pasar las
vacaciones con los niños. Llegarán unos meses después del atentado a la
Universidad de Garissa, cuando seguramente ya no sea noticia. Ahora mismo lo
es, se trata de un hecho grave, terrible, y ha de darse a conocer. Pero su
difusión irremediablemente trae consigo la propagación del miedo que tanto
pretenden los autores de la masacre al tiempo que potencia el destierro a la
imagen de un todo inseguro y desgraciado que mediáticamente se realiza a los
países en desarrollo. Y entonces llegan los ciudadanos de este país africano y
alzan la voz para reivindicar que las personas a las que les han arrebatado la vida no son sólo un número, y la repercusión en los medios acoge tintes
humanos, pone cara, conecta y logra, aunque sea sólo instantáneamente, ver a
Kenia con otros ojos y mirarla de frente. Lo mismo que lleva haciendo casi
cinco años la asociación Bloko del Valle a través del proyecto ‘Tambores para
la convivencia’. Una iniciativa que no ha cosechado titulares, pero en la que
encaja en toda su dimensión la palabra re-percusión.
Los jóvenes del Orfeón Donostiarra, la Orquesta Sinfónica de Euskadi y los niños de ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Band interpretan 'Malaika'.
En los
brazos del rey Bansah no se vislumbra sangre azul, sino el rastro de una espesa
grasa de motor que el paño usado de su taller no logra borrar. Combina a la
perfección la Corona con su mono de mecánico y lo hace a kilómetros de
distancia, vía Skype, porque el último monarca de la localidad africana de
Hohoe Gbi vive en Alemania.
De
todos los nietos del viejo, fue Cèphas quien logró, con apenas veinte años, la
oportunidad de ir a tierras germanas para realizar un intercambio cultural.
Allí empezó a estudiar mecánica, allí conoció a la mujer con la que formaría
una familia y allí montó su propio taller de reparación de vehículos. Pero el
abuelo, que era también el rey de Hohoe Gbi, murió; y de todos sus
descendientes la Corona fue a caer a manos del nieto emigrante.
C.Bansah en su taller de Ludwigshafen am Rhein (Alemania) / Fotografía: www.teinteresa.es
Emigrante
sí, pero zurdo no. Su padre y sus hermanos mayores fueron
descartados para el trono por la tendencia de sus cuerpos a la izquierda, signo
de impureza en la cultura de la sociedad de Hohoe Gbi. Así, Cèphas el diestro,
Cèphas el mecánico, Cèphas el que vivía en Alemania pasaría a llamarse rey
Bansah a partir de su coronación, celebrada en 1992.
C.Bansah en Hohoe Gbi (Ghana) / Fotografía: www.teinteresa.es
Soplaban
nuevos vientos para Hohoe Gbi, de hecho el reinado de Cèphas Bansah vendría a
agitar todas las monarquías conocidas del mundo porque ninguna, hasta el
momento, se ha llevado a cabo en la distancia. El nuevo rey lo tenía todo
pensado y no le costó demasiado contar con el visto bueno de su pueblo para
poner a aplicar su plan: él seguiría trabajando como mecánico en suelo alemán,
mientras su hermano mayor actuaría como regente en la localidad ghanesa. El
nexo de unión sería primero el fax y luego Internet; y así lleva reinando más
de veinte años.
A
través del software Skype, que le permite celebrar audiencias convertidas en
llamadas de vídeo, el rey Bansah atiende directamente a los vecinos de Hohoe
Gbi que lo soliciten y se reúne con los jefes de la región para repasar los
asuntos de este territorio de más de 200.000 habitantes. Servirse de la red le ha permitido, además, dar a conocer su particular historia y con ello poner a
la venta productos típicos de su cultura para poner solución a los problemas
sobre los que más quejas recibe: la falta de dinero para medicamentos, semillas
y educación.
C.Bansah / Fotografía: www.tgm-mcbw.de
Pero
si algo tiene de especial este reinado es haber sido capaz de fusionar nuevas
tecnologías y sociedades tradicionales. Pese a que suene a antítesis en el
imaginario colectivo, en esta localidad africana ha sido posible lo que
constituye un avance para las culturas ancestrales que no sólo implica servirse
del desarrollo actual sin renunciar a su conocimiento, sino que además admite
algo que aún hoy en día no se permite ni en las sociedades más desarrolladas:
Que un rey continúe con su vida a pesar de su linaje.
En estos
tiempos de hartazgo generalizado con los dirigentes políticos, no es de extrañar
que los ciudadanos estén deseosos de encontrar a un
buen gobernante. Lo que es menos común es que se ofrezca una millonaria
recompensa por ello. El sudanés Mo ibrahim lo hace a través de la fundación que
lleva su nombre y que entrega en África uno de los premios económicamente mejor
dotados del mundo.
Mo Ibrahim / Foto de aucegypt.edu
Cuando
se produjo el boom de la telefonía móvil, el ingeniero de telecomunicaciones
sudanés Mohamed Ibrahim, más conocido como Mo Ibrahim, se percató de que las
grandes compañías telefónicas estaban invirtiendo en este negocio por todo el
mundo, excepto en África. La pobreza y la corrupción del escenario africano los
echaban para atrás, pero para Ibrahim el riesgo de crear un operador de
telefonía móvil africano y hacerlo sin tener que pagar sobornos se convirtió en
una oportunidad de poner a prueba que otra África es posible. Y así nació
Celtel, que “con 20 millones de clientes en 15 países es en la actualidad uno de los operadores de telefonía móvil más importantes de África”.
Infografía de news.bbc.co.uk
Ya
multimillonario, este sudanés vendió su empresa y dio un paso más en el
cambio de la realidad africana al crear en 2006 la Fundación Mo Ibrahim, que se gestiona sin
subvenciones y se dedica a promover una transformación significativa en la
gobernanza de los países africanos. Para conseguirlo, esta institución ha desarrollado varias herramientas, como un foro de debate anual que reúne a
políticos, empresarios y miembros de la sociedad civil africana, así como a
socios e instituciones internacionales; una beca para desarrollar el talento de los jóvenes del continente; o un Índice de la gobernanza en África, con la fuente de datos más completa del mundo sobre la realidad de los países
africanos. Una batería de recursos que cada año se ponen en marcha para revisar
lo se que ha hecho y promover lo que queda por mejorar.
A
través de los medios de comunicación, se conoce el continente africano como un
territorio de pobreza, inseguridad y corrupción. Así es, África es todo eso pero
no todo eso es África, tal y como demuestra cuantitativamente el Índice Ibrahim
de la gobernanza africana y cualitativamente tantos otros ejemplos de cambio puestos
en marcha por ciudadanos de estos países. Y es que la realidad no es o blanca o
negra, ni siquiera la africana.