sábado, 21 de febrero de 2015

El riesgo de que la palabra se confunda con el ruido

El número de lenguas que hay en el mundo es discutible. Una discusión que procede de lo que se entiende por lengua y lo que a menudo se relega a dialecto. El catálogo Ethnologue: Languages of the World, documenta un total de 7.106 lenguas vivas en todo el mundo, de las cuales más de 2.000 se hablan en África. Entre ellas están las denominadas ‘lenguas click’, tan distintas a la concepción occidental de lo que es el lenguaje que cuesta creer que tengan significado.


Cuando se escucha por primera vez una lengua click, parece que lo que se oye es el galope de un caballo, o gotas de agua, o quizás algún tipo de percusión. Nada más lejos de la realidad, es un sonido provocado con la lengua del que habla, que se expresa en un idioma que utiliza chasquidos consonánticos, también llamados ‘click’. En realidad no es una lengua en sí, por mucho que se las conozca como 'lenguas click', es un sonido que provocan las consonantes emitidas por varios idiomas tradicionales africanos. Se hace succionando la lengua y se usa comúnmente en las lenguas de África del Sur, como algunas bantúes (es el caso del xhosa) o las joisanas, la primera lengua de la humanidad tal y como demuestra la más amplia comparación de genomas humanos realizada hasta la fecha.

Muchos podrían pensar que en otros idiomas también se hacen sonidos de este tipo y no se considera que sean parte de la lengua propiamente dicha. En el español, por ejemplo, utilizamos el sonido –ntt, la diferencia está en que en nuestro caso se trata de una onomatopeya, mientras que en las lenguas africanas los clicks forman palabras, es la manera en la que se pronuncian las consonantes.


Hoy es el Día Internacional de la Lengua Materna, creado para dar valor a la diversidad lingüística. Un patrimonio de la humanidad que corre el riesgo de extinguirse en aras de la globalización. Se entiende que los idiomas de gran difusión son los únicos medios para lograr la movilidad económica y de ahí que la educación se imparta en estas lenguas. Esa es la lógica global aplicada en África, sin embargo la realidad es que, según un informe publicado por la UNESCO en 2011, “en la mayoría de los países africanos solo entre el 10 y el 15 % de la población maneja fluidamente estas lenguas”, lo que incide en que la tasa de éxito académico se reduzca.

Cuando Miriam Makeba presentó al público 'The click song' comentó: “En todas partes la gente me pregunta ¿cómo haces ese ruido?  Me solía ofender, porque no es un ruido, es mi idioma”. Una afirmación realizada en 1979, pero que todavía hoy es válida para dejar en evidencia el mal uso que se puede hacer de la globalización cultural cuando no se entiende como la integración y el contacto entre todas las sociedades, sino que atiende a la mayor difusión de la cultura de una sociedad sobre el resto. 


sábado, 14 de febrero de 2015

Amor polígamo

Cuando se habla de poligamia se hace en términos negativos. Se vincula a la sumisión y a la falta de libertad de la mujer frente al hombre, lo que hace que no pueda ser concebida como una relación amorosa. Puestos a generalizar, también podríamos caer en las comparaciones (que son odiosas) para afirmar que ocurre lo mismo con los países africanos, comúnmente percibidos por lo que les falta y no por lo que tienen. Si esto también se estuviera haciendo con la poligamia, ¿puede ser que exista, entonces, el amor polígamo?


Vía diario El Mundo.-
Aunque antropológicamente se denomina poliginia, y no poligamia, al matrimonio de un hombre con múltiples mujeres al mismo tiempo, nos referimos a este tipo de unión como poligamia porque es la más extendida. Está permitida en 47 países de África y Asia, mientras que la poliandria, el matrimonio de una mujer con más de un hombre, es menos común. El rechazo que produce es fruto de la asociación que se hace a la subordinación de la mujer al hombre, es decir, se vincula al machismo y de ahí que hoy en día sea fuente de una gran oposición. Sin embargo, la repulsa contra este tipo de unión va mucho más allá de la mentalidad de los tiempos modernos porque está ligada a un concepto de las relaciones de pareja que sólo concibe el sentimiento de amar de un modo monógamo. Una manera de entenderlo que surge como imposición en la civilización romana, se afianza en la Edad Media y se propaga por el mundo con la expansión europea, que impone a su paso su cultura por las colonias.

Ken Bugul / ULF ANDERSEN.-
Ya está concluido oficialmente el periodo colonial, pero en la actualidad la poligamia es concebida según la moral occidental que ve en ella signos de atraso social que no dejan resquicio alguno a lo que tiene que ser entendido como amor. Y entonces llega Mariètou Mbaye Biléoma, más conocida como Ken Bugul, y relaciona la poligamia no con el machismo sino con el feminismo; no con la sumisión de la mujer sino con su libertad; y además asegura que en este tipo de relación sí hay espacio para el amor. A través del libro Riwan o el camino de la arena, esta escritora senegalesa relata su experiencia al contraer matrimonio con un hombre que ya estaba casado con 27 mujeres y con el que descubrió una felicidad que no había experimentado nunca antes con sus parejas, todas ellas monógamas. Su seudónimo, Ken Bugul, que en Wolof significa ‘nadie me quiere’, debe estar más relacionado con sus anteriores amores que con su matrimonio polígamo, donde afirma encontró complicidad y afecto, placenteras relaciones sexuales y tiempo para ella misma y su desarrollo intelectual, al fin y al cabo, habían más manos para repartir las tareas cotidianas.

De vuelta a nuestro entorno, la Real Academia de la Lengua Española da hasta catorce definiciones de la palabra amor, lo que bien indica la complejidad de teorizar un sentimiento. El amor está influido, para bien o para mal, por las culturas y sus contextos; pero depende de las personas. De ahí que pueda haber machismo también en una relación monógama. De ahí que una persona pueda vivir su concepto de amor en una relación polígama. Puede pensarse que la experiencia de Ken Bugul es la excepción que confirma la regla. O puede pensarse que en el amor no existe una única regla.